Como te conté la semana pasada me he “mini jubilado”, y es por eso que hoy te escribo desde Bangkok en mi viaje por el Sudeste Asiatico.
Esta ciudad es una enorme mole abundantemente habitada en cada uno de sus rincones, e inmersa en lo que a mi parecer la define por encima de cualquier otra cosa: el comercio.
Pasear por Bangkok es pasar frente a un escaparate infinito, es como sumergirse en un inmenso bazar de miles y miles de productos esperando el momento de ser consumidos.
Y todo esto me ha hecho reflexionar bastante sobre el consumo y me apetecía mucho compartirlo contigo.
Bangkok: el paraíso del shopping
Ayer, en un paseo de media hora hacia el hotel pude contar hasta 6 centros comerciales, algunos de ellos como el famoso MBK con 7 plantas y más de 1500 tiendas en su interior.
En un momento en el que recorría uno de estos centros comerciales me pregunté: ¿existe suficiente demanda para consumir todo lo que aquí se acumula?
Considerando que esta ciudad tiene una población de más de 16 millones de habitantes y un salario medio de unos 360 euros y que es el corazón económico de todo el Sudeste Asíatico, podría llegar a pensarse que sí.
Pero entonces reformulé la pregunta porque realmente lo que me cuestionaba era algo diferente: esta cantidad ingente de productos ¿está destinada a satisfacer una demanda basada en necesidades verdaderas de la población?
Por mucho que me esfuerzo, no puedo encontrar la forma de responder de un modo afirmativo a esta pregunta…
La sociedad del “tener más y más”
Permíteme que comparta una reflexión que la psicoterapeuta Sue Gerhardt expresa su libro The Selfish Society (La sociedad egoísta):
“En Occidente estamos atrapados en estos ciclos de deseo e insatisfacción interminables, intentando seguir siempre el ritmo de las demostraciones de consumo cada vez más complejas que vemos en la tele o por Internet.
Ese impulso de acumular bienes y servicios materiales parece poseer propiedades adictivas: se trata de un apetito poderoso que no cuenta con ningún mecanismo de alerta interno que nos indique cuándo ya tenemos suficiente; queremos más, y más, sobre todo, según parece, llegar a tener ese poquito más que los demás…
Aunque tengamos una abundancia material relativa, no tenemos, de hecho, abundancia emocional.
Mucha gente vive privada de lo que realmente importa. A falta de seguridad emocional, buscan la seguridad en las cosas materiales”
Parece claro que ese consumismo adictivo no es exclusivo de Occidente, y que en pleno Oriente están también contagiados del virus social de querer tener cada vez más y más.
Me resulta especialmente interesante el apunte de la Dra. Gerhardt acerca de “tener más que los demás”.
Es indudable que nuestras necesidades de consumo están condicionadas por el contexto social en que nos encontramos.
Así te sentirás rico o pobre en función de lo que tienen aquellos que te rodean.
Esto es evidente: seguramente tienes una televisión, algo que Cleopatra a pesar de la pasta que tenía nunca pudo comprar, y eso no te hace sentir más rico que lo que ella probablemente se sintió en vida. bigsmile
Analizándolo de una forma algo frívola, me atrevería a decir que en nuestra sociedad se busca la satisfacción siguiendo un paradigma bastante extendido:
Trabaja para ganar el suficiente dinero que te permita adquirir no sólo bienes para satisfacer tus necesidades, sino también aquello que te haga sentir que tienes tanto o más que aquellos con los que te relacionas.
Mi experiencia personal
Aunque nunca he sido excesivamente consumista yo también me regía por ese paradigma.
Hace algún tiempo ganaba bastante dinero, más del doble de lo que necesitaba para proporcionarme lo que para mi es una vida confortable.
Sin embargo no tenía tiempo para gastarlo y para satisfacer mis carencias compraba cosas que no me han servido prácticamente para nada (tengo una televisión de mil euros que no veo casi nunca)
Como a pesar de tener dinero y suficientes bienes materiales no me sentía satisfecho con mi vida, empecé a cuestionarme cosas hasta que cambié por completo ese paradigma.
Esto no quiere decir que no me guste el dinero, nada más lejos de la realidad: soy un pleno convencido de que el dinero es una forma de energía destinada a proporcionarme el confort que deseo en mi vida.
Simplemente gestiono mi economía de modo que satisfago por orden de importancia mis necesidades y confort personal.
Eso incluye la libertad de poder estar escribiéndote ahora desde Bangkok. wink
Evalúa tus necesidades
Llegados a este punto, permíteme que te formule un par de preguntas:
- ¿Tienes todo lo que necesitas?
- ¿Necesitas todo lo que tienes?
Si has contestado que “sí” a la primera felicidades!
Seguramente vives de una forma plena y sientes un grado suficiente de satisfacción en tu vida.
Sólo si has contestado que “no” a la segunda, te animo a que destines aquello que no necesites a un fin que pueda proporcionarle de algún modo utilidad.
Si has contestado que no a ambas preguntas, observa dónde estas poniendo tu energía, porque podrías estar desperdiciando buena parte de ella y la necesitas para satisfacer tus verdaderas necesidades.
Revisa tus valores y prioridades en la vida para dirigir tus acciones a satisfacer siempre en primer lugar tus necesidades no cubiertas.
Pues lo dejo aquí por hoy que me tengo que ir de compras bigsmile
Sólo animarte a que contestes a las preguntas anteriores en los comentarios para así enriquecernos todos con nuestras experiencias.
entiendo lo que dices … pero…
ya sabes :)))))
ahora en serio…es muy interesante tus comentarios sobre Bangkok!
smile Mira que te gustan las compras eh Gökçe!
Me parece genial porque sé que tú estás invirtiendo también mucho en tu interior.
Gracias por comentar!!