Hoy os traigo el extraordinario testimonio de Cristina, una mujer muy valiente que se atrevió a reinventarse hasta dos veces, primero para pasar de una empresa privada para ser funcionaria y después para emprender su propio proyecto.
Sin duda un relato muy inspirador y emotivo que no debes perderte.
Llámame bicho raro, posiblemente lo sea, pero puedo asegurarte que, en mi caso, aprobar la oposición y empezar a trabajar como funcionaria, ha sido una de las peores experiencias de mi vida.
Por muchos motivos, pero fundamentalmente, porque me falté el respeto a misma al permitir que otros decidieran sobre mi vida, a cambio de la falacia de un sueldo estable y seguro.
MI HISTORIA PROFESIONAL ANTES DE SER FUNCIONARIA
La empresa privada
Nací en el 1979, y soy de la generación X.
Esta generación, según datos de Wikipedia, es en teoría una de las más preparadas de la historia de España.
Muchos de esta generación son universitarios y saben idiomas.
Sin embargo, también es conocida por ser la Generación Tapón, por los bajos sueldos, la sobreabundancia de licenciaturas y los cambios sociales como la crisis económica, que les han impedido llegar a donde pensaban llegar.
Espido Freire en sus ensayos “Mileuristas: cuerpo, alma y mente de la generación de los 1000 euros” (Barcelona, editorial Ariel, 2006), describe a “los mileuristas” como una promoción humana de jóvenes trabajadores que con poco más de 1000 euros debe sostener una vida de adultos, por cual no pueden permitirse tener hijos ni relaciones estables, comparten piso con otros mileuristas y aunque están mejor formados que sus jefes, saben idiomas y manejan instrumentos informáticos, que éstos ni siquiera conocen, son sistemáticamente ninguneados y depreciados por estos y no acceden a puestos de superior retribución.
En mi caso, al igual que otros muchos de mi generación, nuestra obsesión en la época de la juventud era estudiar una carrera, para poder desempeñar un puesto de trabajo con el que poder sentirte realizado.
Para esto, era un requisito imprescindible trabajar en aquello que habías estudiado. ¿Te suena?.
Comparado con las nuevas generaciones, esto ya es ciencia ficción… Pero, en nuestra época, este era nuestro máximo objetivo.
La realidad es que muchos lo conseguimos y tras años de esfuerzo en la facultad, máster y demás, la mayoría de mi generación entramos a ocupar puestos en las empresas más top del momento, muchas de ellas multinacionales.
Eso sí como becarios o junior. Pero creíamos, que era cuestión de tiempo y lo mejor estaba por llegar…¡Qué gran decepción!.
Porque, lo que nadie nos dijo, al menos a mí, fue que nuestro anhelado trabajo a parte de tremendamente mal pagado, iba a ir acompañado de jornadas laborales maratonianas y ambientes de trabajo competitivos, marcados por una lucha incansable por conseguir un aumento de sueldo.
En mi caso, tras seis años en el sector privado en el ámbito de recursos humanos, con tres cambios de empresa en mi haber, con mínimas mejoras salariales en el mejor de casos, y más horas de formación y trabajo, decidí replantearme mi carrera profesional, antes de que fuera tarde y estuviera fuera del mercado laboral.
Supongo que esto también te suena..
Estar fuera del mercado laboral era todavía peor que estar dentro.
¿Y ahora qué hago con mi vida?
Pero algo en mí se revelaba contra el sistema y cada día deseaba no desperdiciar más mi tiempo y esfuerzo en hacer un trabajo que me agotaba física y psicológicamente y que, en ese momento, no me daba ni para independizarme, ni para tener una familia, llegado el caso.
De la empresa privada a la Administración pública. De Guatemala a Guatepeor..
Así que aprovechando la estela de una compañera de trabajo, que estaba casi más quemada que yo, decidimos opositar…
Qué gran idea! (Nótese la ironía…, si sigues leyendo lo comprobarás).
Sí, pensé… Esa tenía que ser la solución.
Ser funcionario tenía que ser lo mejor del mundo: sueldo estable, horarios más que aceptables, estrés mínimo…
El paraíso estaba cerca!.
Lo planifiqué todo y me puse a estudiar como si me fuera la vida en ello…
Tuve que pedir una reducción de jornada y después una excedencia, porque trabajar y estudiar una oposición venía a ser prácticamente inabordable.
Tras un año y medio de estudio riguroso, perseverancia, paciencia y alta dosis de motivación, lo conseguí.
Por fin!. Ya era funcionaria, en un grupo inferior al de licenciado, pero funcionaria, al fin y al cabo. Era feliz como una perdiz!..
Pero, por desgracia, la felicidad más que efímera fue fugaz. Y donde esperaba encontrar el paraíso, me encontré con el mayor de los infiernos…
COSAS QUE DESCUBRI CUANDO CONSEGUI SER FUNCIONARIA
La primera cosa que descubrí fue que las cosas se ven distintas desde fuera. Y no me había pasado a pensar detenidamente lo que implicaba ser funcionario, hasta que me di de bruces con ello.
Falta conciliación vida personal y profesional
Lo primero de todo, fue que la plaza que me adjudicaron estaba fuera de la provincia donde residía entonces, Madrid. Es decir, de mi casa, de mi pareja, mi familia, mis amigos y mi perro.
Esto, en sí mismo, ya fue para mí un shock brutal, que me ha pasado una factura emocional de la que aún me estoy recuperando.
Nunca hasta ese momento, había valorado la posibilidad de tener que renunciar a mi vida personal por un trabajo. Y menos aún, cuando uno de los motivos por los que oposité fue fundamentalmente para poder conciliarlas.
Menuda paradoja!..
Pero si el tema empezó mal, no continuó mucho mejor.
Como la crisis económica acechaba, las plazas se redujeron drásticamente y esa era la única opción. Me dijeron que sería solo para dos años y que luego podría trasladarme de nuevo, así que acepté.
Sin embargo, la realidad fue que los dos años se convirtieron en seis. Sí, seis largos años de espera, dolor y mucho sufrimiento.
Llámame tierna, pero lloraba amargamente cada noche y echaba de menos a los míos tanto que se me partía el corazón.
Ausencia de desarrollo profesional
Para más INRI, la ausencia de formación y desarrollo profesional era flagrante.
Me sentía encajonada en un puesto de trabajo, sin posibilidad de cambiar de especialidad, formarme o desarrollarme en ninguno de los sentidos.
En la empresa privada había trabajado como consultora de recursos humanos y no lograba entender cómo podía vivir la Administración ajena al desarrollo de sus empleados.
El desarrollo profesional individual beneficia a la organización porque los empleados se adaptan más rápidamente y mejor a las necesidades de cambio e innovación.
Y esta es, en mi opinión, la clave: la Administración Pública, ni cambia ni innova. Luego el desarrollo profesional se resume en ascender de un nivel c2 a un c1, o de un 18 a un nivel 19, como consecuencia únicamente del transcurso del tiempo.
Vamos, lo que viene siendo una carrera profesional tradicional y obsoleta, basada en la jerarquía, propia de estructuras piramidales anacrónicas.
Falta de motivación
En esta situación, te puedes imaginar que la ausencia de motivación está latente en muchos de los funcionarios, porque si ya de por si es bastante duro el trabajo para algunos de nosotros, el tener que soportar un ambiente tan poco estimulante, supone una dosis extra de frustración.
Es muy común, por tanto, que muchos de los funcionarios dediquen tu tiempo libre y aficiones a estudiar o a practicar hobbies que les supongan retos personales, en una especie de compensación de esta sensación de hastío, que si no se gestiona bien puede acabar en un cuadro depresivo severo.
Depresión
El desarrollo profesional lejos de ser un privilegio de las empresas privadas es un derecho del trabajador.
Son muchos los estudios científicos sobre el tema que demuestran que este mejora la satisfacción del empleado y su autoestima, minimiza el estrés, fortalece su salud física y psicológica y aumenta la productividad.
Pero no solo eso, su ausencia puede derivar en cuadros depresivos y ansiógenos.
En un mundo que avanza a una velocidad escalofriante, las empresas centran su preocupación, a nivel externo en la competencia y a nivel interno en las ventajas competitivas de sus empleados.
El arma más potente que tienen las empresas para obtener ventajas competitivas sostenibles a largo plazo es la fuerza laboral.
Por eso, el desarrollo de sus profesionales es una herramienta de gestión imprescindible, no porque sean una ONG, que no lo son, sino porque se traduce en resultados empresariales y económicos.
Por desgracia, la Administración Pública no tiene esos problemas porque ni necesita rendir cuentas a sus accionistas, ni tiene competidor alguno. Por lo que todo su entramado burocrático está centrado en su perdurabilidad endogámica, más que en ofrecer unos servicios de calidad a los ciudadanos a los que sirven.
¡Surrealismo extremo!
Así que sin darme cuenta, me vi sumida en una espiral de tristeza y depresión, que hizo que en un intento desesperado de supervivencia, intentase cambiar la situación laboral, so pena de acabar rodando la segunda parte de “Alguien voló sobre el nido del Cuco”.
Pero, como todo lo que no mejora, empeora. La trama se complicó…!
Acoso laboral
En mi empeño por intentar hacer de mi escenario laboral un lugar de mejor, me dediqué a presentar proyectos incluyendo mejoras que podían hacerse, a innovar y hacer propuestas creativas sobre cuestiones que, en mi opinión, podían mejorarse.
Pequé de ingenua…
Porque solo bastó que se produjese una interacción entre un burócrata con “300 años de antigüedad”; del: “esto siempre se ha hecho así” y un funcionario recién incorporado de la generación X, del “¿por qué no podemos hacerlo de otro modo?”, para que todo el peso del sistema recayese sobre mi espalda cual rayo perpetrador.
Se me castigó no solo por pensar libremente, sino por atreverme siquiera a plantearlo.
¿Quién demonios era yo? Un maldito nivel C!
Toda mi experiencia anterior, mi formación, mi curriculum, mis másters, incluso mi doctorado, no valían para nada. Ahora estaba en la maldita Administración y allí todo funciona diferente.
El imperio de la mediocridad se cernía sobre mí.
Y no solo no me dejaron llevar a cabo ninguno de los proyectos que presenté, sino que como réplica fui víctima de un acoso contumaz y vil, en el que me relegaron a hacer fotocopias y otros trabajos burocráticos del estilo.
¿Y todo esto por sugerir hacer las cosas de otra manera? No daba crédito!
¡Alguien debía haberme abducido y estaba en Marte!
La tristeza se apoderó de mí tan intensamente, que todavía a día de hoy, me cuesta recordar con nitidez aquella época, en la que vivía como un alma en pena, totalmente alienada y desconectada de mi misma.
Hasta que la tristeza dio paso a la indignación… y decidí poner fin a esa situación antes de que pudiese conmigo.
CRISIS EXISTENCIAL. ¿Y AHORA QUÉ HAGO CON MI VIDA?
¿Y ahora qué hago con mi vida? ¿Qué me queda?
No quiero ser funcionaria, no lo soporto más, pero estoy fuera del mercado laboral…
Es cierto, que había contemplado la idea de vivir sin estrés, sin competitividad laboral y sin jornadas africanas.
Pero de eso, a pasarme el día literalmente haciendo fotocopias y alejada de los míos, había un mundo.
Disonancia Cognitiva
No solo me aburría como un hongo y los días, horas y minutos se me hacían insufribles, sino que además y para mi sorpresa, me di cuenta de que en mis horas muertas añoraba volver a la empresa privada, con mis proyectos, retos profesionales y objetivos.
Echaba de menos a mis compañeros, incluso el entorno competitivo…
¿Me estaría volviendo loca?
Ahí, es cuando percibí en mis carnes eso de que el césped siempre se ve más verde en el jardín de enfrente.
Yo solo quiero ser feliz
No era feliz.
Tenía que buscar una salida y tenía que haber un término medio…
En este punto, en el que me hallaba, cada vez con más frecuencia empezaba a barruntar la idea de emprender mi propio negocio.
¿Por qué no?, tenía dinero ahorrado, tenía inquietudes, era creativa, disciplinada y lo mejor de todo, no tenía hipoteca, ni hijos… (porque soy de la generación x…). Podía hacerlo!, ¡claro que podía,! ¿qué me lo impedía?… El MIEDO.
Paralelamente empecé a preguntarme ¿Qué es lo que me hacía realmente feliz?
Leí el post de Álvaro, La Guía definitiva para planificar tu reinvención profesional en solo tres pasos, y entendí que el dolor te hace moverte y buscar soluciones a la insatisfacción y que el miedo que produce no saber qué hacer es tremendamente paralizador.
Falacia de seguridad
El miedo es una poderosa emoción, que no debemos subestimar. Pero tampoco debemos permitir que controle nuestra vida o pagaremos las consecuencias.
En mi caso tenía miedo a equivocarme de nuevo y fracasar. Después de todo el esfuerzo que había invertido en mi vida, horas de trabajo, de estudio, de formación, de lucha…
La idea de equivocarme de nuevo se me hacía insoportable.
¿Qué es el fracaso?¿Y cuál es el problema de fracasar?
Me di cuenta que todo es una cuestión de enfoque.
Podía enfocar toda mi experiencia profesional como un fracaso o, por el contrario, como un aprendizaje, gracias al cual he llegado hasta aquí.
Gracias a este pensamiento, me di cuenta de que tenía más cosas que agradecer de lo que creía. Al fin y al cabo, nuestras experiencias forjan nuestro carácter y yo ahora soy un poco más sabia que antes.
Considero honestamente que esta última opción es la más acertada, además de más realista, porque ¿qué es la vida si no un continuo aprendizaje, de ensayo y error en continua evolución?
Camino de autodescubrimiento: Valores y fortalezas
Inicié así un camino de autodescubrimiento interior que me permitió reconectar conmigo misma, vencer al miedo y asumir la responsabilidad y control de mi propia vida.
Parte de este descubrimiento provino de la realización de mi propia tesis doctoral, en la cual abordo el bienestar desde una perspectiva científica y su impacto en la salud.
Esto me permitió descubrir que había estado equivocada durante todo este tiempo en mi planteamiento vital. Le había estado dando prioridad a cosas que no tenían ningún impacto real en mi nivel de felicidad.
Hasta que descubrí cuales era los mitos de la felicidad.
Pero sobre todo me di cuenta de que había obviado algo fundamental y es lo importante que es para mí sentirme conectada con otras personas.
Había antepuesto un trabajo que además odiaba, a mi felicidad. Y a mí ¿qué me hacía feliz?:
Conecté con mis valores personales y descubrí que cuando mejor me siento es cuando puedo desarrollar mis fortalezas, aquello que se me da bien de manera natural, como es la creatividad, la capacidad de amar, la curiosidad, etc.
Además, me di cuenta de que aparte de que valoraba la libertad y honestidad, por encima de todo, lo que a mí me hacía realmente feliz eran los demás, mis amigos, mi pareja, mi familia, mis compañeros de trabajo, etc.
Gracias a estos apoyos he podido enfrentarme con éxito a muchos de las dificultades que he tenido que atravesar a lo largo de mi vida.
HACIA EL AUTOEMPLEO
Fue a raíz de este descubrimiento tan vital para mí, cuando me puse manos a la obra y decidí crear mi proyecto digital: www.BeHappiesT.com.
Es un espacio destinado a la divulgación científica del bienestar y la felicidad, con especial hincapié, en la construcción de relaciones interpersonales saludables y positivas, que es uno de los factores que impactan de manera diferencial en el bienestar y la felicidad.
Cada vez son más las investigaciones científicas sobre el bienestar que ponen de manifiesto el importante papel que desempeñan la calidad de nuestras relaciones personales y no solo en el bienestar, sino también para la salud.
En este contexto, las relaciones de pareja son uno de los aspectos que más fricción y demanda generan por parte de los usuarios.
Dado que nuestra pareja tiene un papel central en nuestras relaciones interpersonales, es vital el que aprendamos a construir y a mantener relaciones positivas y saludables que nos enriquezcan y nos ayuden a crecer.
Si quieres empezar desde ahora a trabajar en mejorar tu relación.
Descargarte GRATIS AQUÍ mi guía gratuita con la que mejorarás tu relación de pareja, siguiendo un método fácil y sencillo.
Soy Cristina, creadora del blog, http://www.BeHappiesT.com. Doctora en Psicología Positiva. Ayudo a las personas a mejorar sus relaciones interpersonales y construir relaciones más positivas y saludables, a través del aprendizaje de recursos y herramientas psicológicas validadas científicamente.
¡Enhorabuena Cristina por esta inspiradora historia de reinvención al cuadrado! Estoy totalmente de acuerdo con que el dolor y la adversidad son maravillosos motores para el crecimiento personal, sobre todo si sabemos plantarnos ante la vida con actitud de aprendizaje continuo, sin tanto miedo al “fracaso”. Es una lástima auténtica que las instituciones y también muchas empresas dejen de lado la felicidad, tanto de sus trabajadores como de los usuarios/clientes. Menos mal que podemos resurgir como el Fénix y diseñar ese proyecto que realmente aproveche lo mucho que tenemos dentro. ¡Ánimo y un abrazo!
Muchas gracias Carlos!. Efectivamente es muy triste lo que comentas, pero así está el mercado laboral. Además la crisis económica no ha favorecido en nada que los departamentos de recursos humanos inviertan en el bienestar de sus empleados. A pesar de esto, es cierto que cada vez más se empiezan a introducir conceptos como el engagement, o compromiso de los empleados con sus proyectos y trabajo, en general, y existen algunas empresas, por desgracia pocas, que están empezado a involucrarse con el bienestar de los empleados… Ojalá no se quede en algo puntual y cada vez sean más las que se sumen al carro.
Un abrazo enorme!
Buff,meterte en un grupo c,siendo joven y habiendo pasado por la marcha de la privada,boleto bastante seguro para no encajar…tal como te pasó,piensas que la supuesta estabilidad será la panacea y te terminas en muchos casos quemando a lo bonzo o sucumbiendo a la dinámica
Hay muchísima gente ahogada en el sector público,me parece inspirador e interesante lo que has hecho
En busca del ave Fénix smile
Saludos
Hola Cristina,
Me ha encantado este artículo. Me he sentido identificada en muchos aspectos y me gustaría darte la enhorabuena por tu valentía e inconformismo. ¡Es nuestra obligación ser feliz! Voy a pasearme por tu web porque seguro que hay muchas cosas interesantes.
Enhorabuena por tu nuevo proyecto. Te deseo mucho éxito.
Un saludo,
Olaya
Ay, Cristina! Cuantas pasamos de Guatemala a Guatepeor… y sin ningún apoyo, porque tú te empeñaste en cambiar. Me alegro muchísimo de que todo está ya rodando como debe ser. Mis dos progenitores son funcionarios, así que por lo menos ese mal trago me lo ahorré…jejeje…que no el resto.
Un abrazo grande de otra generacionista X
Chuuu!!
Hola Cristina, gracias por tu relato. Como generación X sé a qué te refieres con lo de “ninguneados y depreciados”. También me gustaría compartir que, en mi opinión, nadie nos ha ninguneado y despreciado tanto como lo hemos hecho nosotros mismos. Demasiados hemos dejado para mañana el bien que podíamos hacer hoy, tanto a nosotros como a los demás. Muchas veces hemos pedido peras al olmo. Pedimos comprensión y apoyo, especialmente a los Baby Boomers, condicionado la simpatía, la alegría de vivir, nuestros afectos y nuestro sentir a que nos los den. Como apuntas en tu artículo, el afecto y la comprensión que necesitábamos eran los de nuestros padres. Lo que realmente necesitamos ahora son, en primer lugar, los nuestros. Comprender(nos) antes que (reclamar) ser comprendidos conduce a la felicidad. Todos necesitamos comprensión; también oxígeno, agua y pan. Pero primero lo primero. Adaptarnos va antes que superarnos o superarlos -Darwin lo tenía bien. Nos hemos movido por el miedo, por el palo y la zanahoria demasiado tiempo. Necesitamos una motivación 3.0, como dice Daniel H. Pink, y un sentido de propósito que contribuya tanto a nuestro significado personal como al mundo en el que todas las generaciones vivimos. Un abrazo, y una sugerencia: ¿podrías considerar aumentar el tamaño de fuente de tu sitio web? Creo que así muchos te leeríamos más fácilmente.
Enhorabuena Cristina por tu post y por tu reinvención! Me siento muy identificado con tu historia. Creo que las personas creativas e inquietas difícilmente pueden encajar en un trabajo monótono por muy estable que sea. Todas las experiencias suman y nos hacen crecer como personas. Mucha suerte con tu proyecto!
Hola Cristina!
Me ha encantado tu post, enhorabuena por haber sido tan valiente! Es difícil dejar la seguridad de un trabajo fijo por otro más incierto. Hacer el cambio cuesta, pero no hacerlo también, muchas veces no valoramos el dolor que supone quedarte dónde estás.
Como dices, me parece esencial redefinir el fracaso, tiene muy mala prensa, huimos de él… cuando es un aprendizaje… Un niño aprende a andar cayéndose muchas veces y no se plantea que sea un fracaso o abandonar. Mucha suerte con tu nuevo proyecto!
¡Hola Cristina! (Y Álvaro wink )
Felicidades por haber sacado toda la valentía y coraje para dejar atrás a un sistema que más allá de darte un sueldo y mucha falsa seguridad, poco más te aporta en tu vida. Vivimos en la sociedad del miedo, una sociedad que más que animarte a saltar, te advierte de los miles de peligros habidos y por haber para que te quedes “segura” para “evitarte que te pegues una buena ostia” (como si estar ahí, no es ya de por sí un buen bofetón en la cara…)
Me he sentido muy identificada con tu historia, porque yo también me encontré ahí durante unos cuantos años. En mi caso, yo era maestra de Ed. Primaria y ADORABA MI TRABAJO. Siempre soñé con ser maestra, y disfruté como una enana durante muchos años educando, enseñando, jugando, riendo, compartiendo, contribuyendo al mundo aportando mi granito de arena “educando a los futuros ciudadanos” ….hasta que empecé esa espiral que tu también mencionas, de cansancio, agotamiento físico y psicológico y un cuadro depresivo o “crisis existencial.”.
¡Al principio no entendía el porqué! Si me gustaba tanto mi trabajo… ¿por qué me arrastro por las mañanas? ¿por qué no quiero ir a trabajar? Empecé a vivir para el fin de semana. No tenía energía ni para cocinar. Los motivos eran claros: tenía un sueldo sí, pero me faltaba libertad, tiempo para mí, sentirme dueña de mi vida. Y eso me consumía por dentro literalmente.
Después de 7 meses de baja laboral regresé e hice muchos cambios en mi metodología docente “para enseñar a mis alumnos de acuerdo con los principios de mi alma”: empecé a enseñarles yoga y meditación (la educación en la que creo de verdad, no en la pantomima que todavía se enseña mayoritariamente) y (me he sentido muy identificada contigo), a mi no me hiceron acoso como a tí, pero vi un poco como el equipo directivo empezó a “distanciarse” de mi. Alguien con poder, que aporta ideas, que innova (en una línia que ellos no quieren), no les interesa. (Bienvenidos al sistema!!! Aquí los de abajo, ni pinchan ni cortan). Ellos también siguen órdenes de otros de más arriba… y así funcionan las cosas.
Seguí atravesando “la noche oscura del alma” por más de un año, y entendí que debía darme un descanso “y ver qué quería hacer con mi vida”. Además, estaba ya muy quemada también con el sistema, con esta orquesta ambulante de políticos que no tienen ni idea y tienen el poder de tomar decisiones para hacer lo que les da la gana con nuestras vidas (¡y con el sistema educativo!) Tenía claro que si educaba tenía que ser bajo mis propios valores y filosofía de vida, algo que no encajaba para nada dentro del sistema. Así que fue casi como un…. “me tengo que ir de aquí. Aquí ni pincho ni corto”.
En fin, me cogí dos años de excedencia (años sabáticos para mí), y también me he lanzado al mundo del emprendimiento ayudando a otras personas a cogerse también un año sabático para crecer y que decidan qué quieren hacer con sus vidas.
De momento no tengo intenciones de volver… ¿Qué pasará con mi título de funcionaria? No tengo ni idea, de momento dejaré que se vaya pudriendo ahí (bien guardadito en el armario….) cada día un poco más. Pero me la repanpinfla bastante.
Historias como la tuya son necesarias ser compartidas y difundidas porque ayudamos a “salir del hoyo” a muchos que se encuentran en la misma situación. Pensando que “tienen mucha suerte” porque son funcionarios y tienen “estabilidad económica” cuando al fin y al cabo eso es un pacto con la esclavitud.
¡Deseo de todo corazón que esta nueva etapa te traiga toda la felicidad, libertad y realización personal que mereces! (He estado mirando tu blog… ¡ está genial! Seguro que ayudarás a muchas personas a ser felices también smile )
¡Un fuerte abrazo!
Cintia
Revelador post y genial, Alvaro y Cristina.
Me he visto en cierta manera muy identificado con tu post.
Más que nada, porque yo fui policía local, y duré año y poco. Venía de la seguridad privada, y al final me volví a lo privado “tentado” por un puesto mejor, bien remunerado y con muchísima gente a mi cargo. Pero me sentía más vacío cada vez.
Algo que era incomprensible a ojos de la familia y amigos: “…¡pero si tienes un buen trabajo, tio!”
¿Ya, pero de qué sirve eso, si no eres feliz?
Al final emprendí, a veces con errores y otras con acierto -menos mal!!- y entre idas y venidas, empecé hace algo más de 5 años, a formarme en coaching, pnl, e incluso marketing, php… vamos, todo aquello que me apasionaba.
Y desde entonces, aproximadamente unos 3 años, tengo mi consulta en Valencia desde la que atiendo a todo el mundo.
No ha sido fácil, he hecho de casi todo, menos cardiología, y ser juez, jajaja.
Pero he de decir que en casa tengo apoyo, respaldo, y seguidores incondicionales. jejeje.
Al final lo que cuenta, es ser feliz y así, poder hacer felices a los demás.
Por lo tanto, en mi opinión, Cristina, ¡chapeau!
Un fuerte abrazo a ambos.
No hace falta estudiar psicologia ni leer libros ni estudiar la mente o cosas asi para ser feliz.La felicidad es la paz interior , solo hay que aprender a estar con uno mismo , caminar en el interior de uno , a quererse , a valorarse , a mejorarse , ser honesto consigo mismo y simplificar: lo que te rodea es todo entorno , exterior , no se necesita nada más allá de la persona para encontrar la paz.Yo no soy mi coche , ni mi trabajo , ni mi dinero , ni mi ropa. Yo soy mi honor , mi bondad , mis actos , mis pensamientos , mis sentimientos y mis experiencias, yo soy mi existencia en un Universo infinito.Cuando despiertas y ves que formas parte del todo , la tranquilidad llega para no irse nunca.Apaguen sus televisores , cierren sus ojos y respiren profundamente ante una puesta de sol y gozen de sus sentidos ,ellos nos hacen sentir la vida.
Por casualidad he llegado a este post y exactamente me encuentro como describes.De la generación del 76 con necesidad de estabilidad y llamando a la puerta la maternidad me puse a estudiar como una loca, en mi caso soy temporal y estudié administración de empresas,master,idiomas….y después de trabajar años de forma temporal pensé que esto sería una seguridad y como tu dices los peores años de mi vida.Me encontré en un entorno que no me querían,nueva y sola sin saber hacer nada y de intermediaria,con jefes que solo querían conseguir sus objetivos y les daba igual si te metias en un problema por llegar a ellos,contandote la pelicula a la mitad o mintiendote cuando tus jefes meten la pata y llamando tu a empresas y quedando mal,de ahí la fama de incompetentes de los auxiliares, nos usan de escudo porque como me dijeron al llegar los jefes nunca se confunden,muchisimo machismo algo que nunca me encontré en la empresa y rebajandote constantemente.Un día me dió lo que parecía un ataque de ansiedad y aún así seguí incluso rechazando ofertas aunque temporales en la empresa tentadoras en el sentido del reto.Me confundí y poca gente entiende que quieras salir de lo que parece comfort por algo incierto pero que te llena aunque hagas jornadas interminables.Jamás tuve la sensación de no tener ganas de ir a trabajar hasta ahora.Y me planteo aunque sé que es complicado volver a lo privado,aunque con buen curriculum he perdido demasiado el tiempo y son tiempos dificiles
Por favor que verguenza, primero la historia me parece mentira, y si claro vas a dejar tu trabajo de funcionaria para dedicarte a escribir libros de autoayuda jajajaja
Hola Ángel,
Que te parezca mentira no quiere decir que lo sea. Hay personas que tienen más ambiciones que quedarse en un despacho toda la vida haciendo cosas mecánicas que no le aportan nada.
Cada uno tiene sus valores wink
Hola! Me ha encantado. Valiente por exponer tu historia. Valiente x contar la realidad d la administración! Llevo ya 13 años en ella. Me identifico con muchas cosas de las q dices. Tanto q me preocupa desistir! O volverme uno más! En estos años he intentado formarme. Mejorar. Removarme. Promocionar. Pero lo q dices…de poco ha servido. He concursado y he ido cambiando de sitios…y no, me niego a desmotivarme. Voy trabajando lo mejor q puedo en cada uno de ellos. Atendiendo a la gente lo mejor q puedo….es mi cometido demostrar q hay otra cara en la administración! En el siguiente cambio estoy ya metida a ver si este es más esperanzador.
Al fin gente como yo!!!
Soy funcionaria y odio serlo.
Yo no pasé por la privada porque recién diplomada hice lo que se esperaba de mí.
22 años sufriendo, sintiéndome atrapada, minimizando mi creatividad y lo peor, permitiendo ninguneos y acoso laboral. Quiero cambiar e irme pero me encuentro mal psicologícamente, con mucho miedo. He estado de baja con una depresión brutal, he cambiado de sección y me tratan bien pero no soy feliz. Quiero pedir una excedencia y ser yo misma.
Me siento identificado con lo que dices, hace 2 años me puse a opositar por imposición a mi familia y me preparé para Agente Medioambiental y después para Renfe y Sadeco pero mi salvación fue conseguir un puesto de trabajo de recurso preventivo por mi mismo durante 4 meses y a partir de allí todo fue bien. En el último año, he conseguido un puesto de trabajo de supervisor de seguridad para una obra que iba a durar 6 meses y duré 1 día alegando a que buscaban a un perfil de campo y mi perfil era técnico y en este año, he trabajado como técnico HQSE para una obra que iba a durar 15 meses y al final he durado 2 meses, alegando que no he superado el periodo de prueba. Esto me ha hecho abrir los ojos y me ha hecho dar cuenta de que vaya al psicologo con mi madre para que ella abra los ojos y luche por lo que yo quiero y no por lo que ella quiere, que es un puesto de funcionario sin tener en cuenta mis motivaciones, mis expectativas en la vida.
Por último, decir que eres una valiente y que te admiro por romper con los esteorotipos “normales” del sistema.