Hoy tengo el placer de traeros el relato de Jon Valdivia, un amigo que tuvo la valentía de dejar su trabajo en el momento en que sintió que éste ya no le llenaba.
Y es que, que tu trabajo te desespere o te amargue la vida hasta el punto de llegar a llorar por ese trabajo no es normal y por tanto, algo que debemos evitar.
El punto de no retorno
Ella estaba a punto de irse. El día anterior habíamos terminado un plan de medios y una estrategia digital cerca de la una de la mañana. No era la primera vez. Llevábamos un mes mortal. Decir que estábamos agotados era poco. Estábamos exhaustos: emocionalmente vacíos.
Vi que cogió el bolso y caminó hacia la puerta. Yo me lancé en su persecución y la detuve antes de coger el ascensor:
– Oye H, antes de que te vayas, quería darte las gracias por haberme apoyado ayer noche porque… porq… p…
No conseguí terminar la frase. Me vi envuelto en un acontecimiento que nunca antes había ocurrido en mi vida profesional: se me saltaron las lágrimas en la oficina.
La tensión, el agotamiento, el no poder más, el sentir que todo se iba a ir al carajo si no se completaba el enésimo PowerPoint, las llamadas a las 10 de la noche (en domingo)… de repente mis defensas hicieron una pequeña grieta y yo sonreí para quitarle importancia a la cosa (soy un tipo duro de Bilbao, que no se diga).
Abrazo, despedida, ‘feliz fin de semana’ y vuelta a mi puesto de trabajo, donde me quedé en silencio unos minutos, ponderando: mi trabajo me ha hecho llorar. Manda h…
Quién era yo (una tragedia)
Llorar en el trabajo no era realmente una tragedia. Los momentos de tensión se pueden manejar. Somos una especie adaptable y resiliente.
La tragedia era que no podía poner en valor quién era de verdad:
- Hacer las cosas bien.
- Sentirme orgulloso de lo que entrego.
- Tener tiempo para cotejar con mis compañeros y…
- Aprender, mejorar.
- Solucionar por completo las cosas, no sólo apañarlas.
- Sentir que contribuyo y tengo un impacto real en algo importante (para mí, claro está).
Buscaba refugio en aspectos en los que sí me podía sentirme yo mismo y ejercitar mis valores:
- Ser un buen mentor y trasladar mi experiencia a gente con menos recorrido que yo.
- Pacificar situaciones. Mediar.
- Tratar lo mejor posible a mis compañeros y hacerles sentir que eran valorados como personas, no sólo ‘recursos humanos que producen cosas’.
- Liderar un equipo y sacar lo mejor de él.
- Dejarme enseñar por personas con muchos más kilómetros y experiencia que yo.
Bajando el listón
Lamentablemente, a veces sentía que también estaba fallando en estos puntos por puro agotamiento… Mis superiores lo notaban. Yo sabía que lo sabían. Ellos sabían que yo sabía que ellos lo sabían… y finalmente, tuve la peor sensación de todas: sentí que empezaba a dejar de importarme, que bajaba el listón, que cada vez me costaba más llegar al nivel de entusiasmo y excelencia que definía quién soy.
Quería dar lo mejor de mí, pero me había quedado sin combustible y no encontraba una gasolinera por ningún lado.
Estaba bloqueado, quemado, asqueado… y ése no era yo. Sencillamente el tipo que aparecía a trabajar no era ni la sombra de lo mejor de mí y empecé a resentir ser esa persona todos los días. Yo necesitaba tener un impacto y sacar de mí lo mejor, pero es que ya no quedaba nada, tan sólo hacer lo mejor posible a sabiendas de que no estaba saltando mi propio listón. Me quedaba corto conmigo mismo.
Pero eso es agua pasada, porque muchos meses antes de esta historia yo ya tenía un plan de escape y una estrategia preparada para hacer lo que llevaba años queriendo hacer: viajar por el mundo, aprender de mis experiencias y compartir las lecciones desde mi blog. Quería tener un impacto real en la vida de otras personas y poner mi creatividad en juego.
Esta historia fue tan sólo la patada con la que me despedí de ese lugar que, por otro lado, me aportó muchas de las herramientas que me permitieron estar aquí escribiéndote estas líneas.
¿Cómo te sientes en el trabajo?
Basta de hablar de mí, hablemos de ti. ¿Te sientes así alguna vez? ¿Te quemas? ¿Quieres cambiar tu vida laboral?
Déjame decirte una cosa que va en contra de todo lo que he creído toda mi vida: ningún trabajo te va a hacer feliz (sonido de bomba de hidrógeno explotando).
Deconstruyamos esta afirmación. Decir que un trabajo te puede hacer feliz implica unas cuantas cosas:
- El trabajo tiene más capacidad que tú de generar felicidad en tu vida.
- El trabajo es el responsable de tu realización personal.
- Eres víctima de cualquier trabajo que tengas. Trabajo ok, tú ok. Trabajo mal, tú mal.
- Eres un resultado de tu actividad. Eres lo que haces.
- Dependes de tu actividad para sentirte de determinada manera.
- Ahí fuera hay ‘un trabajo para ti’ sin el cual no puedes ser feliz.
- El trabajo ‘te entrega algo’, en este caso felicidad. Es decir, la felicidad es externa a ti.
Desde luego yo no me daba cuenta de esto cuando repetía como un mantra ‘tengo que encontrar un trabajo que me haga feliz’. No me daba cuenta de que yo solito me estaba poniendo en posición de debilidad. No sabía que estaba dejando que el trabajo tuviera la sartén de mi vida por el mango.
Esto es natural hasta cierto punto. Pasamos mucho tiempo en el trabajo y, según todas las investigaciones sobre la felicidad, es uno de los factores determinantes a la hora de realizarnos como personas. Me parece importante, no obstante, hacernos cargo del rol que le asignamos al trabajo. Nunca puede ser más importante ni más capaz que nosotros mismos de dirigir nuestra vida, nuestra mente y nuestro corazón. Nosotros estamos a cargo.
Lo que pasa es que en este mundito en el que vivimos, hacemos la siguiente reducción: alguien te pregunta ‘quién eres’, nosotros traducimos ‘qué haces’ e inmediatamente simplificamos con ‘a qué te dedicas’, y por supuesto eso es un ‘cómo te ganas la vida’. Reducimos nuestra identidad a nuestra actividad en un preocupante juego de palabras del que muchas veces no nos damos cuenta.
Esta reducción es peligrosa por dos motivos:
- Limita nuestra identidad a nuestra actividad: nos convertimos en ‘haceres humanos’ y no ‘seres humanos’.
- Le resta importancia a todos los otros aspectos de nuestra vida donde podemos realizarnos: hobbies, pareja, proyectos, contribución, salud, amigos, familia, desarrollo personal…
Mi nuevo paradigma
Voy a compartir mi filosofía actual acerca del trabajo.
¿Y si el trabajo fuera tan solo uno de muchos contextos donde ponemos en juego quién somos? Es decir, el trabajo deja de ser lo que te hace feliz y pasa a ser un ámbito de tu vida donde tú pones algo de ti. ¿Quién vas a ser? ¿Qué vas a dar de ti?
De repente el trabajo se vuelve un escenario, un lugar donde tienes la opción de ser alguien que quieres ser. El trabajo deja de ser esa cosa responsable de darte algo a ti que crees no tener y pasa a ser una oportunidad para elegir quién quieres ser todos los días. El trabajo deja de definirte y pasa a ser un gimnasio donde ejercitar aspectos de tu identidad. Se vuelve un reto: ‘tú me lo pones difícil, pero yo te voy a enseñar quién soy de verdad’.
La reinvención laboral, desde este punto de vista, ya no es la búsqueda de otro trabajo, sino la creación o búsqueda de nuevos contextos donde podemos ejercitar lo mejor de nosotros. Esto a veces pasará por un cambio de trabajo, la apertura de un negocio, o simplemente la modificación de algo ya existente, pero siempre estando a cargo de en quiénes nos queremos convertir, no sólo de qué queremos hacer.
El trabajo se vuelve un medio para este desarrollo personal, no el responsable del mismo.
Lo que hago ahora
Yo acabé dejando mi trabajo para crear otros contextos. En estos contextos lo tengo más fácil para ejercitar aspectos de mi personalidad con los que disfruto mucho: la creatividad, trasladar conocimiento, ayudar a otros con sus vidas, tener nuevas experiencias y sacar lecciones de ellas.
Por eso ahora viajo, soy coach, blogger y hago música cuando voy sacando huecos. Mis contextos me lo ponen fácil en algunas cosas y difícil en otras (la vida de autónomo…). No habría llegado aquí si no hubiera tenido muy claro qué aspectos de mí quería desarrollar para realizarme. Hasta que tuve esto cristalino fui de trabajo en trabajo, pidiéndole al siguiente que me hiciera feliz…
Este artículo es mi intento de evitarte el error que yo cometí: creer que el trabajo define tu vida.
Es mejor que nosotros definamos quiénes somos, qué nos hace felices, y busquemos formas de poner eso en juego cada día.
Jon se considera vasco de Cádiz y africano occidental.
Ha pivotado varias veces profesionalmente y actualmente ayuda a emprendedores a crear un podcast de calidad.
Me has clavao! Yo el punto de no retorno lo pasé hace meses y también sentí esa bajada de rendimiento que no podía detener de ninguna manera. En mi caso, yo lo comparo con las pájaras que le entran a los ciclistas (he andado en bici durante mucho tiempo); todo marcha con normalidad y, de repente, te quedas vacío. No cansado, no agotado; literalmente vacío.
Y ahora estoy empezando a reinventarme. Desgraciadamente no puedo dejar el curro de momento porque tengo familia a mi cargo, pero espero poder dar el salto en un par de años.
Gracias.
Hola Juanma!
Gracias por tu comentario y felicidades por el proceso de reinvención. Eso exige una buena mezcla de valor y frialdad (para planificar y aguantar mientras se lleva a cabo el plan).
Te mando un abrazo y todo mi ánimo.
Jon
Jon genial, definitivamente se necesita mucho valor para seguir tus sueños y dejar atrás algo que no funciona. Muchas personas pueden creer que eso es ser facilista o un “fresco” como dicen en mi tierra, pero la verdad es que es de personas que quieren tener un verdadero control de su vida y no dejar que un trabajo les defina.
Un gran aporte guapo, a seguir el camino que te has trazado, así a veces sea curvo y doloroso smile
Gracias Diana,
La verdad es que el camino propio tiene sus cosas. La gran diferencia no es que sea más fácil, es que me vale más la pena.
Un abrazo grande,
Jon
Hola Jon,
Muchas gracias por el post, me he sentido muy identificado. Recuerdo aquellos años en la oficina, ahora ya hace casi 2 años que lo dejé y me parece que hace toda una vida.
Desde entonces la vida no ha estado exenta de desafíos pero tengo algo muy importante la libertad y la sensación de poder hacer lo que quiera con mi vida, que a veces es dificil cuando no sabes hacia donde ir, pero no lo cambio por nada.
un abrazo fuerte
Hola Fran,
La sensación de libertad es una cosa muy curiosa. Yo antes, en la oficina, tenía más libertad para otras cosas y menos para otras. Las estructuras impuestas te restringen por un lado, pero te dan alas por otro.
Lo cierto es que ahora mi sensación de libertad es en ‘las grandes cosas’ y eso me permite ser más feliz. Hay quienes no respiramos bien en la oficina smile
Un abrazo,
Jon
Hola, soy Bego
Sigo a Francisco en Fb y ahora he coincidido contigo…..sois un par de valientes!!
Siento que me acerco a vuestra experiencia pero no termino de enfocar bien y dar forma. Estoy en ello. Mientras aprendo de personas como vosotros. Sois una ayuda y ejemplo.
Gracias
heart
Hola Bego,
A mí me lleva lo mío también. Esperar a tenerlo todo enfocado puede llegar a ser una trampa smile Hay cosas que solo puedes resolver una vez que te metes en harina.
Un abrazo
¡Me encantó el post! Debemos ser muchos los que nos sentimos identificados de algún modo! ¡Gracias por compartirlo!
Un saludo.
Gracias Lucía smile No sé si todos llegamos a las lágrimas pero muchos vamos estirándonos hasta romper en el trabajo.
Un saludo
Un post muy inspirador Jon y Álvaro. Me siento bastante indentificado ya que hace unos años yo me sentía muy atrapado en mi trabajo, que curiosamente era mi propia empresa y dirigía unas 50 personas, tenía una oficina al lado de la castellana de casi 200 metros cuadrados y tan sólo 30 años. Dicho así puede paracer super-guay, pero yo estaba hasta los co%#nes. No era feliz. Y me tuve que reinventar. La reinvención ha sido (y está siendo) dura. Pero desde luego es necesaria y vale la pena.
Un abrazo desde Sacramento, California!
Gracias por tu testimonio Gustavo,
Sin duda tener un trabajo aparentemente ideal no siempre nos lleva a la satisfacción personal.
Enhorabuena por tu valentía para cambiar tu mundo y así cambiar el mundo a nivel global smile
Un fuerte abrazo!
Hola Gustavo!
Nuestra mente es genial a la hora de inventarse felicidades paralelas. Nuestra fantasía acerca de lo que es ser una estrella del rock y la realidad de ser una estrella del rock son dos cosas diferentes.
Por eso es muy muy importante seleccionar bien los objetivos y proyectos en los que nos metemos, porque el que nuestra mente diga “haz esto y serás feliz” no siempre es cierto. Tu experiencia de tener algo propio que suena guay pero no lo es resulta muy común.
Me alegro mucho de que tengas el coraje de reconocerlo y reinventar tu vida de nuevo.
Un abrazo,
Jon
Si, otro q se apunta al barco de sentir insatisfacción y desear un cambio. Romper con nuestra zona de confort y echándole un par de h…. y darle unas ostias bien das a nuestras creencias que nos limitan, con inseguridades, bloqueos, excusas….. Yo también tengo una familia a cargo y es por ello debo hacerlo con tacto, pero sin pausa. Cada día dando un paso más, ya sea grande o pequeño. Pero siempre con ilusión, escribiendo, aprendiendo, visualizando…
Todo puede empezar por complementarlo con tu trabajo, aunque no tengamos tiempo, pero para eso tenemos un gran aliado, Internet. Ir ganando un dinerillo extra y poco a poco ir creciendo, hasta poder despegarte de ese trabajo, esos jefes, ese ambiente q tanto te incomoda.
Saludos y fuerza!!!
También q mala leche enviar esto un lunes. Jajajaaja
Jajajajaja, se publicó un jueves, pero Álvaro es un tío estratégico. Creo que hubiera sido peor todavía mandarlo el domingo por la tarde, ¿te imaginas?
Un abrazo,
Jon
Buf, gracias, me ha encantado el post! Yo soy profesora y he llorado mas de una vez en el colegio (una vez delante de la madre de mi peor alumno, otras veces delante de otros profesores..).
La frase “ningun trabajo va a hacerte feliz” es brutal, y es necesario que recordemos esto. Se nos bombardea demasiado con lo de buscar nuestra pasion, y hacer de nuestra pasion nuestra profesion, asi que viene bien un punto de vista mas realista y adaptable.
Gracias!
Hola Isabel,
Tienes toda la razón. Es que la pasión no es un objeto que se encuentra, sino un sentimiento que se aplica a una actividad.
Si aprendemos a leer y leemos mucho, en algún momento puede que desarrollemos una pasión por la lectura. Pero nunca encontramos la pasión por leer primero, y después aprendemos a leer.
Por eso es mucho más sabio centrarnos en desarrollar nuestras capacidades y talentos. Volvernos tan buenos en algo que nos apasionemos con ello. El que busca la pasión como pre-requisito para emplearse en algo está perdido, porque la pasión es un subproducto de dedicarle tiempo y energías a algo en lo que creemos y en lo que nos vamos volviendo cada vez mejores.
En fin, hay tanto cliché que hace daño en este mundo… y ese es uno de ellos.
Un fuerte abrazo,
Jon
Me ha gustado mucho el artículo, me ha hecho recordar cómo me sentí cuando tuve un trabajo que me agotaba, que no me aportaba nada y que decidí dejar para hacer algo que me llenara y me motivara de verdad. En mi caso, empecé a darme cuenta de que las cosas no iban bien cuando volvía cada día a casa cansada sin motivo, con dolor de cabeza, con mal humor… y luego también bajó mi rendimiento.
Ahora mismo estoy empezando a crear mi propio trabajo y, aunque sea duro, me siento muy ilusionada y mucho más viva que antes. Muchas gracias a Álvaro, Jon, ha sido por gente como vosotros que inspira y anima que me he atrevido a dar un paso adelante smile
Un saludo.
Hola María,
Bueno, los inconformistas rebeldes tenemos que apoyarnos los unos a los otros para no volvernos locos.
Mucho ánimo con la creación de tu propio trabajo. Estás en el lugar adecuado.
Un abrazo,
Jon
¡Excelente post!
Y fantástico el relato tan detallado del “extreme burn-out” sufrido. Lo cierto es que me veo reflejado en muchos de los aspectos explicados en el relato, y me hace reflexionar sobre la bondad o no de aquel dicho (creo que de Confucio, o al menos eso dicen) que dice “trabaja en lo que te guste y no volverás a trabajar un día más en tu vida”.
En relaidad, más bien comparto la reflexión de que el trabajo como concepto monolítico no es algo que nos deba definir como personas, pero sí nuestras aportaciones, reflexiones y valores que transmitimos al mundo con cada una de nuestras acciones, llamémoslas trabajo o lo que sea.
El trabajo será una integral de muchas acciones al cabo de los días y de los años, y lo que nos define es no sólo el resultado de ellas sino nuestra “realización” al final de cada día, que pienso que se traduce en la percepción, más allá de la realidad, de que realmente estamos en este mundo para algo y para alguien, de que estamos aprovechando la vida para marcar una diferencia, la que sea, y de que no nos arrepentiremos por no haber intentado, al menos, aquello con lo que soñamos.
¡Un abrazo!
Buenos Días. Alvaro
Excelente Blog. Es aplicable en todos los aspectos laborales por que nos motiva a ser dinámicos y activos. Es otra manera de ver la vida laboral y nos induce a encontrar la mejor manera de realización personal.
Mil Gracias por estos aportes