En una entrada anterior, Virginia Morante nos hizo una extraordinaria exposición del denominado Efecto Pigmalión: La profecía Autocumplida.
Para ayudar a interiorizar este asunto, Virginia me facilitó un relato sobre la profecía autocumplida atribuido a Gabriel García Márquez, que refleja extraordinariamente cómo llegan a construirse este tipo de profecías.
Para no hacer aquella entrada demasiado larga, decidimos no publicarlo entonces, pero como el relato es tan ilustrativo, he decidido publicarlo en esta entrada. Sirva también de homenaje póstumo desde aquí por su reciente fallecimiento.
El relato es el siguiente:
A García Márquez se atribuye el relato macondiano de una mujer que un día se levantó con una corazonada alucinante.
«Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
– No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
–Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:
– Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
– ¿Y por qué es un tonto?
– Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.
Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:
-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.
Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:
-Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.»
Análisis del relato
Todo comienza con un presentimiento, que no es más que una idea, un pensamiento basada en la intuición.
Ese pensamiento se extiende basado en la creencia de que los presentimientos se cumplen, compartida por la mayoría de habitantes del pueblo.
Es el poder de esta creencia el que como explica Virginia Morante en su entrada crea de una construcción mental toda una realidad.
¿Qué crees que habría sucedido si un grupo de personas hubieran desligitimado esa idea?
Seguramente nada habría pasado…
Aunque se trata de una fábula, en tu vida debes de hacer lo posible por controlar tus creencias para impedir que las que son limitantes se apoderen de tu futuro y hagan de él una indeseada profecía autocumplida.
Buen día a todos!
Me ha encantado el análisis del relato, efectivamente en numerosas ocasiones pensamos que los presentimientos se cumplen, y sólo somos nosotros los que conformamos la realidad para que esto ocurra. Profecía autocumplida.
Un abrazo Álvaro.
Gracias a ti Virginia por compartirlo. Personalmente me encantan los relatos y cuentos para hacer más cercanas las enseñanzas de la vida, y este sin duda es un extraordinario relato.
Un abrazo! smile
muy bueno lo recomiendo
Cual es el tema secundario en el cuento
excelente reflexión en hechos no considerados que permite crear una serie de dudas , y concientemente darse cuenta que no es bueno creer lo que dicen , sino como lo dicen, no ser malos ni tampoco muy buenos , señores a esto yo llamo equilibrio .
saludos